lunes, junio 19, 2006

Nadiuska


Nadiuska, la extraordinaria bailarina mística, no nació en Rusia, sino en Bonn. Su verdadero nombre era Angela von Hofstadter: un apellido noble, como puede verse, y un apelativo que, de no haber sido sustituido, permitiría a la posteridad evocar los rasgos de aquella mujer bellísima, aunque de aspecto inalcanzable, espiritual.
Su madre huyó de Alemania perseguida por un escándalo que no es adecuado alimentar aquí, y la niña creció en la heladas estepas, al principio agobiada por los ecos de una lengua incomprensible, insomne por varios meses, a causa del temor que le producían los ermitaños que vagaban por los campos de Rusia. Después de un tiempo, sin embargo, había olvidado su antigua patria y conversaba nerviosa con otro niño: el futuro Doctor Chesky.
Angela era dueña de una clara inteligencia, a pesar de lo cual nunca aprendió a escribir; su madre intentó obligarla prohibiéndole tocar el piano, instrumento que la niña parecía amar sobre todas las cosas. Los resultados del castigo fueron absolutamente inesperados: Angela niña se perdía en las habitaciones de la gran casa, cantaba para sí, y sobre todo bailaba, al ritmo de una música inaudible.
Dos desafortunados acontecimientos determinaron su personalidad futura: el exilio de los padres de Chesky, aristócratas, pero enemigos del zar, y una inverosímil caída en un lago helado. Después de la partida de su único amigo, Angela dejó para siempre de hablar y comenzó a caminar descalza; de las heladas aguas emergió Nadiuska, un nombre que evoca la fugacidad y la nada. El reencuentro con Chesky y el posterior matrimonio, años después, no cambiaron fundamentalmente a aquella mujer misteriosa que se había entregado a la danza y al espíritu.
Diversos biógrafos han señalado la paradoja que acompañó la muerte de Nadiuska, aquejada de tuberculosis: ella persiguió siempre el aire, al que conjuraba dando enormes saltos -algunos aseguran que levitaba-: la espiritualidad de Nadiuska es la del cuerpo aspirando explícitamente a las alturas aéreas. Una enfermedad pulmonar parece, en su caso, una broma del destino.
En sus últimos días, a pesar de todo, no parecía menos iluminada, aunque es cierto que los constantes sofocos fueron el signo inequívoco de la proximidad de su muerte.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es dificil leer blanco sobre negro, se ve bien, pero leer cuesta más trabajo que leer tipografía negra sobre un fondo blanco o tal vez sobre cultural crema –como el papel.

No pude ver los perfiles de nadie. Ni de Caimito. Tal vez no están actualizados.

Me gustó el blog. Un abrazo.

9:07 p. m.  

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